8/12/08

Las buenas muertes huelen a hierbabuena


La putrefacción que había en mi corazón esa tarde, en camino al trabajo, al ver al pobre gato aplastado en plena esquina de mi calle me hizo dar de cuenta que si te aplasta un carro...hueles a mierda a los 3 días.
3 días después de que el pobre gato blanco y negro hediera, ya no olía a nada, de echo estaba un poco mas cerca de la cera y pude ver su pata doblaba de una manera extraña hacia su cabeza, su pecho, que alguna vez pudo haber sido fuerte y peludo ahora estaba totalmente plano y negro, probablemente por la cantidad de veces que lo aplastaron luego de su muerte.
En 1 semana de caminatas hacia mis labores sólo podía pensar en el pobre gato, que un día por obra y arte desapareció.
No pasaron muchos días, cuando un hedor atormentante interrumpía mis rutinas de caminar por la delgada línea de tierra de pasto aplastado, atrapado entre la autopista y una reja. Dos días después encontré al mal de mis males. Un pato encerrado en una bolsa de supermercado hundido de cabeza en una caja con sus patas de pato al aire... Pobre pato.
Pensé que la maldición de los asesinatos animales y olores a muerte se había superado después de un mes de descanso. Hasta que lo vi, no lo olí, ni sentí, ni admiré, pero sabía que tenía que ser. Una bolsa negra doblemente amarrada y muy bien rellena en la última fase de mi camino en estas épocas del año no podía ser otra cosa. No pasaron 2 días cuando ya la bolsa se había descompuesto y miles de gusanos/hormigas/lombrices/yotrascochinadas pasaban entre las costillas del perro. Atormentante, pero de echo, no tan mal oliente.
Han pasado ya varios meses desde ese entonces que no veo animales muertos en bolsas...bueno, al menos no en ese trayecto. Hasta el día de hoy, cuando caminando tranquilamente al centro comercial donde ya no trabajo lo olí. Olía familiar mas no era desagradable, de echo, olía a hierbabuena. Pensé que, ¿que clase de animal podía oler de tal manera si se encontraba muerto?, y para mi sorpresa, al asomarme entre el monte que está limitado por la reja, no fue un animal lo que vi. Fueron varios. Tres gatos, un perro y varios cuervos, todos disfrutando una clase de almuerzo especial. Que probablemente pudo haber sido el hombre que violó a una mujer hace 1 semana no muy lejos de aquí, o el que robo el quiosco de la esquina hace un año, o el que intentó secuestrar frustradamente a mi madre, o quizás, sólo quizás, el que en el árbol del cerro del fondo de la calle, hacía santería sacrificando animales.
En realidad no importa quién era, pero no me olió mal, me imagino que es porque la venganza tiene buen sabor, tal como la hierbabuena.